"EL DÍA SIGUIENTE, 26 DE NO- VIEMBRE –ESCRIBIÓ EL AR-QUEÓLOGO HOWARD CAR-TER (1874-1939) EN SU DIARIO 'EL DESCUBRIMIENTO DE LA TUMBA DE TUTANKAMÓN' (1923)–, FUE EL MEJOR DÍA DE TODOS, EL MÁS MARAVILLO-SO QUE NUNCA HE VIVIDO, Y QUE DESDE LUEGO NO PUEDO ESPERAR REPETIR (…). Había llegado el momento decisivo. Con manos temblorosas abrí una pequeña brecha… Al principio no podía ver nada, porque el aire caliente que salía de la cámara hacía que la llama de la vela parpadease, pero luego, cuando mis ojos se habituaron a la luz, fueron emergiendo lentamente de la neblina los detalles del interior de la sala: animales extraños, estatuas y oro, por todas partes brillaba el oro. Durante un momento quedé mudo de asombro, y cuando lord Carnarvon, incapaz de soportar la incertidumbre por más tiempo preguntó con impaciencia: '¿Puede ver algo?’. Todo lo que puede hacer fue decir las palabras: 'Sí, cosas maravillosas’”.
¿UNA SINIESTRA ADVERTENCIA?
“La muerte golpeará con su bieldo a quien perturbe el descanso del faraón” es una de las muchas traducciones que se atribuyen a una tablilla de arcilla que, se dice, habría encontrado en la antecámara de la tumba de En un principio, la tablilla con la maldición habría sido registrada en el catálogo de piezas, hasta que el académico (1879-1963), que integraba el equipo de Carter, terminó por traducir el contenido de sus inscripciones. Fue entonces cuando se decidió ocultar su hallazgo de entre el inventario, de más de cinco mil piezas extraídas de la bautizada como KV62 (Kings Valley o Valle de los Reyes, en referencia a su emplazamiento en Luxor). ¿El motivo? Evitar que los