El 21 de junio de 1801, Abraham-Louis Breguet presentó una solicitud de patente por la creación del primer tourbillon. Esta complicación –una de las más deseadas en la relojería actual– surgió a partir de una necesidad de los relojes de bolsillo de la época: la falta de precisión. Y es que, la posición vertical que adoptaban dichos relojes en las chaquetas de los caballeros llevaba asociada una disminución de la exactitud con la que aquellas piezas marcaban el paso del tiempo.
Más de dos siglos después, la casa relojera sigue