“La autoperfección es masturbación”
—Tyler Durden en ‘El club de la lucha’
DURANTE CASI 500 AÑOS, el David de Miguel Ángel fue un símbolo de la figura masculina ideal, y Brad Pitt tardó menos de 20 segundos en echarlo por tierra. Fue en el minuto 45 de El club de la lucha, de 1999, cuando el personaje de Pitt, Tyler Durden, pelea en un ring de lucha clandestino que él mismo ayudó a crear. Tras derribar a su oponente, Durden se levanta, sin camiseta y ensangrentado, exponiendo todo su físico a la audiencia. Y, desde entonces, no hemos apartado la vista.
Puede que sea porque, mientras la estatua del David tiene unos músculos con una proporción perfecta y unos abdominales pronunciados, Durden tiene un aspecto tan poderoso como degradado. Es un antihéroe bebedor y un fumador empedernido, con unos abdominales irregulares en forma de dientes de tiburón y un nivel de grasa corporal muy bajo.
La película fracasó —al principio, al menos—, pues apenas recaudó la mitad del presupuesto de 67 millones de dólares en EEUU. Sin embargo, el cuerpo de Brad Pitt en (David Fincher, 1999) ha alcanzado una posición casi mitológica entre los hombres de todo tipo. A principios de los 90, el aspecto esbelto y cincelado de Pitt aparecía en pósteres que muchos chicos colgaban en sus cuartos. Una década más tarde, la película se había convertido en un clásico y en un filme