Hace tan solo un par de décadas los científicos seguían dándole vueltas al eterno problema de si la consciencia es producto de procesos eléctrico-químicos desarrollados en el cerebro o si, por el contrario, la consciencia es el propio campo electromagnético del cerebro. Sin embargo, mientras en 2022 seguimos sin saber dónde reside o si es una «entidad aparte» del cerebro, estamos avanzando muchísimo en la creación de la «consciencia artificial».
«LA IA PUEDE SENTIR»
El pasado mes de junio se generó una importante polémica a raíz de que un ingeniero informático del departamento de inteligencia artificial de Google –Blake Lemoine– soltara una «bomba» a los medios de comunicación estadounidenses cuando sus superiores rechazaron un informe suyo donde expresaba su profunda preocupación ante el avance efectuado por el sistema LaMDA, que da vida a chatbots o mecanismos de respuesta automática. Según Lemoine, LaMDA se había vuelto tan avanzado que poseía sensibilidad, es decir, que era capaz de percibir, sentir y, en consecuencia, poseía consciencia.
Según Lemoine, LaMDA se había vuelto tan avanzado que poseía sensibilidad, es decir, que era capaz de percibir, sentir y, en consecuencia, poseía consciencia
La revelación no gustó nada a los responsables de Google: no solo negaron las afirmaciones de Lemoine, sino que lo despidieron por violar la política de confidencialidad de la empresa. Al ingeniero le faltó tiempo para colgar en su blog las conversaciones más relevantes mantenidas con la «máquina» las cuales, según él, demostraban sus afirmaciones. Como este tema se ha divulgado ampliamente en medios de comunicación y redes sociales no vamos a extendernos mucho en examinarlo, pero hay varias cuestiones que merece la pena analizar críticamente antes de presentar más adelante otros avances tecnológicos relativos