“Una tarde de 2017, Roberto Errobidart sacó a pasear a su perro por la plaza Peralta Ramos, en Mar del Plata. Mientras estaba allí, comenzó a debatir con unos amigos si las bolsas que se utilizan para recoger el excremento de las mascotas contaminan más que las propias deposiciones. Entre risas, sugirió crear nuevas bolsas que no fueran tóxicas, pero sí degradables.
Cuando volvió a su casa y lo comentó con su hermano Raúl, esa idea que había surgido al azar comenzó a tomar forma y empezaron a pensar en bolsitas para mascotas que contuvieran un papel film soluble en agua (un producto con el que ya estaban trabajando) y que no contaminaran. Hicieron una bolsa como prueba piloto y