“Esta final ha tenido como resultado un mal ganador”
a final de Supervivientes ha tenido como resultado un mal ganador rodeado de buenos perdedores. Y no me refiero a que no se mereciera ganar o haya sido un mal concursante. Nada más lejos de la realidad y desde aquí le felicito por su victoria, porque cada uno de los finalistas hizo méritos más que suficientes. Todo lo contrario. Hicieron gala de un compañerismo que no veíamos desde hacía muchísimo tiempo, estando ya más que acostumbrados a finales de reality con reventados de turno, como fue el “caso dedurante el debate final, intentando arañar unos segundos de protagonismo en cámara reviviendo rencillas de la convivencia que ahora carecen por completo de importancia. En esta ocasión, por mucho que les doliera no ver recompensado su esfuerzo llegando a tocar el premio con la punta de los dedos, dejaron su frustración de lado para únicamente alegrarse por su compañero. En cambio, la actitud de Alejandro dejó bastante que desear de principio a fin, y más desde que escuchó de boca de que había ganado su edición. Desde correr en dirección opuesta a su novia, a que sus primeras palabras fueran burlarse de un compañero restregando su suerte con rencor y haciendo alusión a una absurda discusión hace tres meses. Patético e innecesario. ¿Ya has ganado, chico? ¡Pues celébralo con un ápice de humildad! Pero quizá la guinda del pastel fue comprobar como ni siquiera hizo falta que, de primeras,le entregara el cheque, ya que éste decidió arrebatárselo de las manos de un plumazo. Lo nunca visto en mala educación. Una imagen que sus padres ciertamente no merecen, y más después de la buena defensa que han hecho de su hijo aun en situaciones más que complicadas. Porque a nivel de pesca y pruebas habrá sido sobresaliente, nadie lo duda, pero su comportamiento en muchas ocasiones no ha llegado ni al aprobado raspado. Su carácter conflictivo consacó a relucir el Alejandro más oscuro, comportándose como un pandillero al mencionar en repetidas ocasiones la posibilidad de verse las caras fuera para arreglar sus diferencias sin testigos. Pero, como siempre, su actitud más reprobable fue hacia, a la que, nada más encontrarse en plató, después de llevar mes y medio sin verse y mientras ella le decía “te quiero” sin cesar, él espetó un “ya hablaremos tú y yo”. La cabra tira al monte. Con casi 20 kilos menos y 200.000 euros más en el bolsillo, pero es el mismo Alejandro de siempre. Al que el público censuraba sin dudar. Nada ha cambiado. Pero en esta ocasión, conforme iba ensuciándose la imagen de su novia, destapándose su capacidad de mentir y manipular sin que le temblara la voz, iba blanqueándose la del gaditano, llegándose incluso a justificar lo injustificable. Tanto que se ha convertido en ganador de Supervivientes 2022.
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