El poder de la forma
e crió con el olor de la madera y del aguarrás del taller artesano de muebles de su abuelo y de su padre. La casa familiar estaba justo sobre este local en Markina-Xemein, Vizcaya, o arcones vascos con sus símbolos ancestrales, sino las esculturas abstractas en piedra acrílica, manta de hormigón o madera que este artista consigue curvar y plegar para expresar movimiento, lucha, ligereza...Y así como la simbología vasca está inspirada en la naturaleza, ésta ha sido la gran fuente de la que bebe su obra. En los 90, tras graduarse en diseño de mobiliario, se formó en escultura en el College of Art de Edimburgo.“Me pregunté: ¿cómo puedo seguir plasmando aquello en lo que creo? Y supe que quería contar el equilibrio entre el hombre y la naturaleza. Quería contar acerca de la transparencia, de la honestidad, de la lucha, y casi todo esto se plasmaba en el movimiento, en la curva, en las tensiones”, nos cuenta. Sus piezas parecen combarse o hincharse en una tensión que evoca dinamismo, y es a través de estos volúmenes imposibles como expresa sus emociones. Hechos como la crisis de los refugiados, la pandemia, la guerra en Ucrania y experiencias personales difíciles, le provocan estados internos que salen fuera y así dan forma a su obra.
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