MESAS MÁS LARGAS, CHEFS MÁS GRANDES
Fue durante una visita a Washington DC, en enero de 2019, cuando Diego Guerrero comenzó a comprender la dimensión de World Central Kitchen. El chef vitoriano al frente del dos estrellas Michelin DSTAgE y el resto de hermanos de su proyecto gastronómico, había sido invitado por su amigo José Andrés a ofrecer una cena conjunta en minibar –restaurante merecedor de otras tantas estrellas–. Para entonces, el cocinero asturiano ya había logrado convertirse en una figura mediática de primer nivel. No solo por el éxito de sus restaurantes en ciudades como Las Vegas y Nueva York o por su carisma contagioso, sino por un activismo humanitario que lo ha hecho ser considerado en dos ocasiones una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time. “Es un regalo de España a Estados Unidos”, dijo sobre él una vez el añorado e irreverente chef Anthony Bourdain.
Pero las circunstancias de aquel invierno en la capital estadounidense habían vuelto a poner a prueba la capacidad solidaria y operativa de la ONG fundada en 2010 por el chef de Mieres, dando de comer a miles de funcionarios rehenes de las tensiones políticas del expresidente Trump que provocaron el cierre parcial de la Administración. Antes, ya había hecho lo mismo en zonas azotadas por la catástrofe como Nueva Orleans o Haití. “Visitamos el centro de operaciones de World Central Kitchen en el corazón de la ciudad y aluciné. Era impresionante ver cómo la gente paraba a José Andrés por la calle para darle las gracias. Era un auténtico héroe”, recuerda Guerrero, que se sumó a la causa en 2020, cuando la pandemia del
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