Almogávares, los cruzados de Aragón
n 1282, mientras un escaso grupo de cruzados continuaba luchando para defender sus últimos bastiones en Tierra Santa, otros europeos partían hacia la zona: era la Compañía Catalana de, “el que hace algaras o correrías”). Como montañeses que eran, vestían zamarra de piel, calzas de cuero, una redecilla de hierro o cuero por gorro y abarcas como calzado. Y se acompañaban de una curiosa parafernalia en la lucha que incluía golpear las armas contra las piedras haciendo saltar chispas. Al grito de guerra de “¡Desperta, ferro!”, la Compañía Catalana se arrojaba con fiereza sobre sus enemigos. Estos mercenarios españoles, que durante 80 años se vendieron al mejor postor, han pasado a la historia por su valentía y brutalidad en el campo de batalla. A ras de suelo se crecían: por eso, se deslizaban debajo de los caballos enemigos y los destripaban, y entonces el bien uniformado enemigo, por lo general envuelto en pesadas armaduras, era presa fácil.
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