LA HUELLA DE CARBONO DE NUESTRA VIDA DIGITAL
The Carbon Trust, una organización independiente, ha publicado recientemente un informe en el que cuantificaba en 55 gramos de CO2 el impacto de una hora de vídeo en streaming (por ejemplo Netflix, Filmin o Youtube).
Una noticia así puede provocar desconcierto: ¿es eso mucho?, ¿hay que sentirse mal por ello? Al fin y al cabo algunos lectores sabrán que un vehículo de combustión emite unos 100 gramos de CO2 por cada kilómetro recorrido. En ese sentido, mi conciencia puede estar tranquila por meterme un atracón de series, ¿no? Y además, ¿qué tiene que ver el CO2 con Netflix?
Noticias de este tipo sería mejor tratarlas desde una perspectiva más general. No es correcto focalizar el problema en un servicio en concreto. Y es que la mayoría de los usuarios no son conscientes de la cantidad de energía que requiere el funcionamiento de todos los servicios y aplicaciones digitales que forman ya una parte indispensable de nuestro día a día.
La mayoría de estos servicios corren en el cloud
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