En marzo de 1610, Galileo Galilei había realizado un alarde de periodismo científico publicando el (El noticiero sideral), un monográfico sobre las novedades asombrosas que había encontrado en el cielo con su telescopio. El librito salió a los doce días de su última observación. Sin duda había descubierto un mundo nuevo: montañas en la Luna, nuevas estrellas fijas, la Vía Láctea era «un montón de innumerables estrellas esparcidas en grupos» y satélites en torno a Júpiter. Pero el estaba escrito en latín, y por tanto solo al alcance de eruditos. En una carta fechada el 16 de junio de 1612, expresó sus motivos para escribir en idioma vulgar su próxima publicación sobre las manchas solares: «para que toda persona pueda leerla». Así nació su , para que todos supieran que el Sol era imperfecto, algo que contradecía a Aristóteles.
