Cuando preguntaban a Edward O. Wilson cómo surgió su interés por las hormigas, el mirmecólogo más reputado del último siglo siempre suspiraba antes de relatar sus primeros años de vida. Nacido en 1929 en Birmingham (Alabama) en el seno de la, donde habla de los insectos que ha estado estudiando con dedicación de entomólogo durante ochenta años y, sobre todo, cuenta la relación personal y casi afectiva que llegó a mantener con ellos, desde los días en que empezó a observarlos cuando aún iba al instituto, hasta los treinta ensayos que acabó escribiendo sobre su comportamiento. En el camino, Wilson fue profesor y conservador en la Universidad de Harvard y acabó siendo el biólogo más respetado de su generación, así como la mayor autoridad mundial en materia de hormigas. Dice que se fijó en ellas, tras interesarse inicialmente por las mariposas, porque, a pesar de su familiar presencia, habían sido poco estudiadas y su complejo sistema de organización social estaba lleno de zonas oscuras pendientes de ser aclaradas. Y ahí estaba él para cumplir esa misión. Ciego del ojo derecho desde los siete años debido a un accidente de pesca, aquella minusvalía no le impidió desvelar secretos de las hormigas que ningún otro científico había identificado. Su estudio del funcionamiento de estos insectos le llevó a exponer su teoría de la sociobiología, en la que identifica el instinto altruista que rige en muchas colonias de seres vivos como una expresión de la selección natural, ya que ese gregarismo beneficia a los genes de cada uno de los individuos que forman parte del grupo. Sus investigaciones le hicieron acreedor de 150 premios y condecoraciones mundiales, así como dos premios Pulitzer y la Medalla Nacional a la Ciencia de Estados Unidos.
Edward O. Wilson: rendido a las hormigas
May 20, 2022
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