Dana Andrews
Un clásico del cine estadounidense reconocido por los cinéfilos a primera vista por su papel como detective en la mítica joya del cine negro Laura (1944), dirigida por Otto Preminger, Carver Dana Andrews llegó a acumular en su filmografía 103 trabajos ante las cámaras de cine y televisión.
De sargento a cardenal
Destacado por ser uno de los actores más ocupados del audiovisual estadounidense entre la década de los cuarenta y la década de los ochenta, Andrews se abrió camino rápidamente en la pantalla grande con papeles secundarios que fueron ganando cada vez más protagonismo, consiguiendo finalmente un puesto entre los rostros más populares del cine estadounidense desde que interpretó a un sargento de la caballería para su primer trabajo como actor para la pantalla grande, Lucky Cisco Kid (1940), modesto wéstern del estudio Twentieth Century Fox, protagonizado por César Romero en el papel del célebre aventurero mexicano creado por O. Henry en 1907, protagonista de numerosos productos de literatura popular, cine, cómic y televisión.
El último papel de Dana Andrews lo llevó a interpretar a un cardenal con título, pero sin nombre, en otra película de bajo presupuesto, Príncipe Jack (1985), cuyo argumento giraba en torno al asesinado presidente John Fitzgerald Kennedy.
Pasó así su vida de ficción Andrews viajando desde ese modesto sargento del lejano y salvaje Oeste hasta ese cardenal en las altas esferas del poder en un viaje que para el actor había comenzado con su nacimiento en Covington County, Misisipi, Estados Unidos, el 1 de enero de 1909, y concluyó en Los Alamitos, California, el 17 de diciembre de 1992 cuando falleció víctima de neumonía y fallo cardiaco.
Ciudadano de a pie entre las estrellas
Andrews representó en la era dorada de Hollywood el papel de hombre corriente metido en situaciones poco corrientes.
Ciudadano de a pie entre las estrellas, este actor propiciaba en sus primeros trabajos esa rara posibilidad para los espectadores de encontrarse representados en las fantasías de celuloide acompañando a las grandes estrellas del momento. Y más adelante, cuando él mismo consiguió su propia parcela de, está entre lo mejor de su cosecha personal como actor, (1946), dirigida por William Wyler y una de las campeonas en la historia de los premios Oscar. Basta repasar la contribución de Dana Andrews en estas dos películas para entender mejor a lo que me refiero.
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