JAMÓN Y GAMBAS EN PRAGA
(1998) es la película en la que he sido más feliz. Deseaba rodar con Fernando Trueba, siempre se lo decía. Lo hago con todos los directores que me gustan. Con él y con Cristina Huete, lay teníamos mucha relación. Así que cuando Fernando me comentó que estaba escribiendo un papel para mí en la película, pensé: Me dijo que era la mejor Trini (la asistente) para Macarena Granada, el personaje de Penélope Cruz. Le comenté que quería cambiar de registro, me apetecía rodar esas escenas de miradas en las que te tiras 15 minutos sin hablar. Se me quedó mirando con esos ojos que no sabes adónde mira y esa grandeza de ser humano y cineasta, y me preguntó por qué quería otro registro, le parecía una barbaridad. . Le he hecho caso y me ha ido muy bien. Del rodaje tengo los mejores recuerdos, la mayor parte transcurrió en Praga, fueron tres meses. Todos estábamos en el mismo hotel, uno pequeñito que estrenamos nosotros. Convivimos como una gran familia. Además, Fernando y Cristina son cariñosos y protectores, te proporcionan lo que necesites. Trabajábamos de lunes a viernes, y el sábado hasta las tres de tarde. Cada noche veíamos lo que se había grabado tomando jamón y vino de Rioja. El sábado, después del trabajo, comíamos, descansábamos y nos íbamos todos a bailar a un club cubano que había cerca. Tomábamos mojitos, echábamos unos bailes, charlábamos… A veces nos enzarzábamos en discusiones porque los artistas somos muy pasionales, el que más Bonilla con quien nos reíamos mucho por las barbaridades que decía. Es genial. Resines era el que apaciguaba si hacía falta. Como nos cansamos de la comida checa, esperábamos como agua de mayo las gambas, el jamón y el chorizo que nos enviaban por avión desde España. Fui tan feliz que me llevé una gran alegría cuando 18 años después Trueba nos reunió de nuevo a todos para rodar la segunda parte, .
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