EL RELOJ EN EL ESCRITORIO FRENTE A MÍ es enorme, raro y fascinante: un rudo cajón gris tan grueso como dos barajas de cartas apiladas y casi del doble de ancho. En la pantalla, en su ventana de acrílico, hay unas manos como de juguete -en rojo, azul y amarillo brillantes-, encima de lo que parecen las entrañas de una electric box: cables gruesos, memorias y otra caja, esta vez de circuito. Es tan grande que solo le quedaría a la muñeca de Hulk, porque es un prototipo gigante. De esto se trata Garbage Watch, de medir el tiempo del futuro con basura.
Los gemelos y excreativos de publicidad, Nick y Steve Tidball, administran Vollebak, una compañía de diseño radical que hace “ropa del futuro” de materiales emergentes, nuevas tecnologías e inspiraciones excéntricas. Lograron una chamarra que es 65% cobre, pantalones diseñados para durar 100 años y un suéter hecho de desechos biodegradables del equipo de bomberos más viejos chalecos antibalas. En 2020, la revista Wallpaper los retó a “convertir cosas detestables en algo lindo”. Así que Nick decidió sumergirse en la basura.
HAY MUCHAS SEÑALES DE QUE LA INDUSTRIA ESTÁ CAMBIANDO, TANTO POR PRESIÓN DEL CLIENTE COMO POR COMPRENDER QUE UNA REPUTACIÓN SUSTENTABLE OFRECERÁ VENTAJA COMERCIAL
“Pensé que debía ser capaz de construir un reloj con desperdicio ecológico”, dice haciendo referencia al plástico, a los metales (incluyendo los preciosos), cerámicas y a todo lo que se envía a los tiraderos cada año como resultado de nuestra voraz necesidad por tener nuevos dispositivos. En 2019, 54 toneladas fueron generadas globalmente y solo se recuperaron tres mil millones de las 10.5 mil millones de libras en metales preciosos. “La industria del desgaste ecológico está creciendo constantemente pues el mismo desgaste ecológico no se detiene”, aclara. “Entonces, ¿por