CUANDO LA REVOLUCIÓN SE VOLVIÓ ENCARNIZADA, el gobierno mexicano ordenó que se realizaran cateos en varias ciudades con el propósito de encontrar armas ilegales y personas que se escondían para escapar de la justicia. Estos esfuerzos se concentraron, como es lógico, en la capital del país.
En 1915, vivían poco más de 700,000 personas en la Ciudad de México, y muy pronto, como suele suceder en estos casos, entre ellas corrió la voz de un grupo criminal que se aprovechaba de estos cateos para sus propios