ECOS DEL SUR
La expectación era máxima el 1 de julio de 2007 dentro de la carpa que Dior había levantado en los jardines de Versalles. No solo porque el desfile de alta costura que estaba a punto de comenzar supusiera la celebración del 60 aniversario del nacimiento del fundador de la firma, sino porque también marcaba los primeros diez años de John Galliano como director creativo. Provisto de un don manifiesto para la teatralidad, el gibraltareño quiso dar creativa y literalmentela copla de Quintero, León y Quiroga sirvió como banda sonora para una colección que ahondaba, entre otras muchas inspiraciones, en las raíces cañís de Galliano y de las que se sirvió para convertir a Stella Tennant en una Manola de excepción ataviada con peineta y mantilla de encaje negro. Incluso él mismo salió a saludar al final haciendo su particular paseíllo con un traje de luces que le había prestado el torero Miguel Abellán. Semejante derroche visual no hacía sino poner de manifiesto un fenómeno que ya es habitual en el circuito de la moda y es ese magnetismo que la indumentaria folclórica tradicional española tiene sobre los diseñadores internacionales. Para rastrear el germen de esta fijación
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