GEORGIA O’KEEFFE Y MARÍA HERREROS
DOCUMENTO: GEORGIA O’KEEFFE Y MARÍA HERREROS
Uno de los acontecimientos expositivos de los últimos años es la muestra sobre Georgia O’ Keeffe (1887-1986) del Museo Thyssen-Bornemisza: la primera retrospectiva sobre la pintora estadounidense que se celebra en España. La exposición de 80 piezas –que cuenta con la complicidad del Georgia O’Keeffe Museum de Santa Fe (Nuevo México)– ahonda en el camino abierto por la Fundación Juan March, que en la ya lejana fecha de 2002 presentó en sus salas Naturalezas íntimas, muestra sobre O’Keeffe que incluía 34 óleos de paisajes, flores y abstracciones inspiradas en motivos de la naturaleza.
Vanguardia americana por excelencia
Sin lugar a dudas, la pintora nacida en Wisconsin se erige como una de las voces más originales de la vanguardia pictórica del siglo XX y, en especial, de una rama de la modernidad bien distinta.
O’Keeffe escapa de las directrices de la modernidad que se dictan desde París –aunque conociéndolas a la perfección– y consigue construir su propio camino, lo que la lleva a convertirse en uno de los mejores ejemplos de vanguardia netamente estadounidense. Los primeros trabajos de O’Keeffe están asociados al art nouveau y al movimiento de las Arts and Crafts entendido en clave estadounidense, cuya huella es muy profunda en la sociedad de la época. Basta recordar que empresas como Kalo Shops, Rookwood Pottery y Tiffany Studios se fundan y crecen de manera espectacular en Estados Unidos entre 1910 y 1925.
El corazón de dicho movimiento se encuentra en ciudades como Chicago o Nueva York. Georgia estudia en ambas –en el Art Institute of Chicago, por ejemplo, se matricula en el departamento de Diseño Decorativo–, por lo que resulta inevitable que reciba el influjo de esta poderosa corriente estética.
Pero Georgia O’Keeffe siempre tuvo una curiosidad sagaz
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