ELEVADA
TODAS LAS HABITACIONES MIRAN AL MAR, EL GRAN PROTAGONISTA
SI JOSÉ DE ESPRONCEDA ESCRIBIERA AQUÍ ‘LA CANCIÓN DEL PIRATA’, EXCLAMARÍA: Y ALLÁ A SU FRENTE EL CANTÁBRICO.
Sin obviar el Sur, las montañas de Somo. Porque esta construcción ideada, con baño propio y vestidor, y enfrentadas al agua, la auténtica protagonista”, cuenta. Cada zona es mayúscula, tanto es así que en el salón colocó dos chimeneas enfrentadas de metal pavonado obra suya y a tono con los cerramientos, algunas vigas y la cocina, diseño de Vincent Van Duysen, a la que añadió un techo de roble oscuro y una mesa “que pueden mover al porche. Todo persigue obtener una secuencia cromática que haga que todo esté integrado”, puntualiza. El mobiliario es coherente, con piezas a medida, como las mesitas de noche o la escultórica del comedor que firma su estudio Concepto DR. “No hay que ser soberbio, sino humilde, y entender qué encaja del diseño propio y qué no. Nunca pensando en qué se lleva o en llenarlo todo, sino en sus habitantes”, reflexiona. A la calma sumó ráfagas caldera en sillas de Vergés y Minotti o mantas de Loropiana, que conviven con otros muebles sutiles de tótems italianos como Ponti o Dordoni y lámparas nórdicas de Jacobsen o Henningsen, junto a éstos, obras de arte de Antonio de Felipe o Leonardo Pineda. La casa es nuestro bien más valioso, es protección e intimidad y Diego levantó este hogar con material sensible.
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