La cinta de Del Toro llega a México
Desde hace 30 años, el cineasta jalisciense Guillermo del Toro consideró adaptar la destacada novela negra El callejón de las almas pérdidas (Nightmare Alley, 1946), del estadunidense William Lindsay Gresham (1909-1962), llevada ya a la pantalla grande en 1947.
La idea se la aportó su actor fetiche Ron Perlman (Nueva York, 1950).
Fueron muchos los obstáculos que debió vencer. El último es que el rodaje en Canadá se detuvo seis meses en 2020 por el covid-19. El callejón de las almas perdidas, de dos horas y media de duración, se estrenó a mediados de diciembre pasado en Estados Unidos, y este fin de semana empezó a proyectarse en mil 400 salas de México.
Los tópicos que Del Toro (Guadalajara, 1964) ha analizado desde su primer largometraje (Cronos, 1993) otra vez se hallan aquí, aunque sin hacer uso de la fantasía, ya que toma con mayor profundidad al ser humano (quien “siempre ha sido un monstruo”, según reitera el también productor y guionista tapatío a menudo). Por eso, lo conforman sentimientos de ambición, engaño, estafa, corrupción, crimen, lujuria, manipulación, miedo, poder, traición y más, al tratarse de un estudio sobre los bajos instintos en el mundo del espectáculo de las ferias y sus sórdidos personajes.
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