NADA MEJOR QUE UN DÍA EN EL CAMPO
echazado una y otra vez en el Salón anual -referencia incuestionable en el mundo del arte parisino- por jurados hostiles a toda novedad, Édouard Manet (1832-1883) no consiguió que fuera expuesto en la edición de 1863. La modernidad de los personajes hacía obscena, a los ojos de sus contemporáneos, aquella escena casi irreal que mostraba el lienzo. Sin embargo, este trabajo logró estar expuesto, bajo el, en el Sa- lon des Refusés (Salón de los Rechazados) que Napoleón III (1808-1873) había decretado abrir ese mismo año. En esta muestra alternativa, la obra de Manet constituyó la principal atracción, aunque por supuesto como objeto de burla y fuente de escándalo para los que acudían a la exposición.
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