LA FOTÓGRAFA DE LA GENTE CORRIENTE
Judith Joy Ross ha convertido en auténtico arte la observación, a través de su cámara, de los rostros cotidianos. Sus fotografías muestran a individuos comunes que, como ella misma dice, “te piden que te acerques y saludes”. Mediante una serie de proyectos que la historiadora del arte Svetlana Alpers llama “campañas”, y que Ross prefiere denominar “ocasiones”, trata de comprender el mundo en el que vive. La fotografía y, en particular, el retrato, se convierten, así, en un medio para abordar cuestiones existenciales, como la formación de la identidad en la niñez y la adolescencia, la lucha contra la tristeza o la existencia de la injusticia y la barbarie de la guerra.
Como bien explica Joshua Chuang, comisario y autor del catálogo de la gran retrospectiva que ahora le dedica Fundación MAPFRE, “las fotografías de Judith Joy Ross demuestran la capacidad de un retrato para atisbar el presente, el pasado e incluso el futuro de un sujeto […]. Con penetrante delicadeza, Ross refleja el rostro, la disposición y el porte de los individuos que se presentan ante su objetivo, empeñada en captar la complejidad de su ser verdadero, más que una proyección de quiénes podrían ser”.
Redescubrir la inocencia
Ross nació en 1946 en Hazleton, una pequeña ciudad minera de Pensilvania. Empezó a tomar sus primeras fotografías en los años sesenta, cuando aún era una estudiante en el Moore College of Art and Design, un centro fundado en 1848 en Filadelfia. En 1970 obtuvo un máster en Fotografía en el
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