Horacio Quiroz laboró 12 años para el ecosistema publicitario. Ascendió en el escalafón hasta convertirse en Director Creativo Asociado. No obstante, a principios del 2013, decidió renunciar; fastidiado de aquel mundo falaz y plástico, se volcó de lleno a la pintura. El sobrado talento de este artista visual contemporáneo, combinado con las tablas que le brindara su otrora profesión, el diseño gráfico, le han permitido abrirse paso en la escena underground global con una propuesta extrañamente peculiar: la distorsión fisiológica.
“LA FEALDAD ERA LA ÚNICA REALIDAD.” –OSCAR WILDE, EL RETRATO DE DORIAN GRAY
El cuerpo del sujeto en el surrealismo pop de Horacio se deforma en engendros bifrontes y bicéfalos, en criaturas encorvadas y en siameses tumorales. Su obra, a modo de un espejo grotesco, refleja todo aquello que, como sociedad, no deseamos ver. Este bestiario posmoderno, compuesto de pedacería anatómica, transposiciones antinaturales de los órganos y escorzos teratológicos, provoca una estremecedora extrañeza que paradójicamente termina, como observaba Schiller, “Cautivando con un encanto irresistible”. De ahí que la controversial pintura de Horacio Quiroz se haya exhibido con