EL MAESTRO
Ernest Hemingway fue muchas cosas: un escritor aclamado, un talento único, una celebridad mundial. Y, según el fundador de ‘Esquire’, Arnold Gingrich, “uno de los mejores amigos que ha tenido esta revista”.
DESDE EL PRIMER NÚMERO de la revista, en octubre de 1933, Hemingway colaboró con Esquire durante muchos años, convirtiéndola en el hogar de algunas de sus obras más conocidas, como Las nieves del Kilimanjaro y el relato corto Sobre el agua azul, que más tarde se convirtió en El viejo y el mar. Con motivo del estreno de Hemingway, el nuevo documental de la PBS, dirigido por Ken Burns y Lynn Novick (puedes verlo en pbs.org/kenburns/hemingway), y del reciente 60 aniversario de su muerte (se suicidó el 2 de julio de 1961), el escritor vuelve a estar de actualidad, al igual que su larga asociación con Esquire, una revista emergente que creció hasta convertirse en una potencia literaria también gracias a él.
NACIó como una revista de moda, repleta de anuncios para hombres, que Arnorld Gingrich, cofundador junto a David A. Smart, pretendía distribuir en tiendas de ropa masculina y mercerías de lujo. Debido a la homofobia y los estereotipos de la época, Gingrich temía que solo los hombres homosexuales compraran una publicación así, por lo que trató de llenar sus páginas con historias sobre el ‘nuevoy ), pero también un entusiasta de las actividades al aire libre. De hecho, era tan famoso por sus pasatiempos hipermasculinos como por su literatura. En 1932, Hemingway y Gingrich se conocieron por casualidad en la House of Books, una librería de Nueva York que ya no existe, propiedad de Marguerite Cohn y su marido, Henry Louis Cohn (que más tarde se convertiría en el primer bibliógrafo de Hemingway). Gingrich escribió a Hemingway poco después, explicándole la misión de la revista y lo esencial de su presencia. “Tratará de ser para el hombre americano lo que es para la mujer”, escribió el editor. “Apunta a tener pelo en el pecho, por no hablar de unas pelotas adecuadas. A falta de matar a alguien, voy a intentar por todos los medios venderte la idea de estar en ese primer número. Algo sobre la pesca en Florida. O la caza. O lo que quieras... Y, lo prometo, sin editar. Tú escribes y yo imprimo, sin malos rollos de camino a la imprenta”.
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