Un infierno llamado Tapachula
TAPACHULA, CHIS.- Hacinados en cuartuchos o vecindarios por los que pagan sumas estratosféricas, estigmatizados por su condición de inmigrantes y presas de la incertidumbre, entre 40 mil y 50 mil haitianos, centroamericanos, sudamericanos y otros procedentes de países africanos deambulan por las calles de esta ciudad fronteriza.
Sumados a los 353 mil tapachultecos, estos inmigrantes sobreviven en la precariedad. Muchos están a punto de colapsar, cansados de esperar. Los agobian la discriminación y xenofobia de las autoridades, pero sobre todo el rechazo de la población local.
Los haitianos –mayoría en esta ocasión– recurren a todo para hacer más llevaderos sus días inciertos. Muchos venden comida, aguas frescas y refrescos embotellados, que trasladan en carretillas; otros ofrecen sus servicios en plena vía pública, como coser y reparar ropa; las mujeres tejen rastas y ponen extensiones de pelo a quien se los solicite o bien manicure o pedicure, algunos muestran sus habilidades como peluqueros.
También hay quienes venden frascos de aderezos haitianos, unos se ponen sus casacas y acuden a las telefónicas mexicanas donde cambian chips a los celulares. Esas escenas se observan en todas las calles donde aparecen los inmigrantes.
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