REPENSAR EL MATRIMONIO TRADICIONAL
El vínculo que existe entre el derecho y la literatura es más estrecho de lo que parece. Durante la segunda mitad del siglo pasado, en el mundo angloamericano surgió un movimiento denominado “derecho y literatura”1 que hasta la fecha ha tenido como objeto establecer en qué forma(s) se interrelacionan ambas disciplinas. Muchas han sido las opiniones que las personas han esgrimido y tan extensa ha sido la discusión sobre el tema que el interés por su estudio ha traspasado fronteras.
En su texto Derecho y literatura: en la frontera entre los imaginarios jurídico y literario, François Ost analiza las maneras en que este vínculo puede establecerse y —de entre las diversas categorías que se han creado para concretar dichas relaciones— dice del derecho en la literatura que “[…] la literatura contribuye directamente a la formulación y la elucidación de cuestiones importantes relativas a la justicia, la ley y el poder”.2 Pensar este cruce interdisciplinario necesariamente genera espacios críticos en los que “se pueden cuestionar presupuestos, fundamentos, legitimidades, funcionamientos, etcétera”.3
En la literatura, además de que cada texto proviene de un espacio y que pone en duda al riguroso formalismo jurídico que termina con la vida del joven Billy.
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