“Mantuve un año en secreto mis primeros objetos, experimentando y disfrutando sus posibilidades en casa, hasta que decidí iluminar el cumpleaños de una amiga escultora. Entre artistas, curadores y coleccionistas de arte, mis objetos brillaron en todas sus posibilidades. Esa noche se interesaron coleccionistas, y con las primeras ventas comencé un camino que me ha permitido experimentar y descubrir en distintas escalas”, cuenta Daniela Josefina, artista, restauradora de edificios y codirectora de HAMBRE (@hambrehambrehambre), quien relata parte del inicio de su investigación y de las posibilidades expresivas de diversos objetos con luz eléctrica.
Daniela forma parte de una generación de creativos y artistas chilenos que decidieron desarrollar una exploración en torno a este elemento. Nombres consagrados como Iván Navarro y Alfredo Jaar han transitado –en su propia manera– este camino hacia la luz.
“Una obra), luz para mirar () y luz para contemplar . “Esta tercera idea establece que la luz en sí misma es placentera, podemos contemplarla por largos períodos de tiempo disfrutando cada estímulo que el medio provee. Por ejemplo: el juego de brillos y refracciones en las lágrimas de cristal, o el dinamismo y cambio de tonalidades en el fuego de la chimenea, y hoy en día los espectáculos de luces de recitales que nos atrapan en la sucesión de estímulos visuales”, agrega Harasic.