EL DÍA QUE VIVA MOS EN MARTE
Stephen Petranek, conferenciante, periodista y editor de ciencia de The Washington Post, dio hace unos años una charla en la que se refería a las “ocho formas en las que el mundo podría terminar de repente”. Ante la sorpresa de su contenido, las críticas no se hicieron esperar y se vio obligado a preparar una nueva charla, esta vez ofreciendo posibles soluciones a esos escenarios apocalípticos. Sin embargo, la mayoría de la gente, lo creas o no, lo que quería era saber más sobre lo primero. Así es como tuvo que volver a presentarse para hablar de esas formas en las cuales la civilización del planeta Tierra podría, así de fácil, desaparecer. Enumeró, entre ellas, el peligro de una pandemia (no una tan ‘débil’ como la de la COVID-19). También se refirió a las eyecciones de masa coronal del Sol, a las erupciones volcánicas, al calentamiento global y a la inteligencia artificial, la cual, hipotéticamente, podría volverse contra el ser humano.
Citaba también la posibilidad de una guerra nuclear y –sin necesidad siquiera de hablar del arsenal que poseen EEUU, Rusia, China y Corea del Norte– mencionaba casos como los de India y Pakistán, “que han protagonizado tres guerras desde 1947 y tienen más de cien cabezas nucleares cada uno, mucho más de lo que se necesita para generar un invierno nuclear que nos mataría a todos”.
Por supuesto, no es seguro que ninguno de esos escenarios se materialice, salvo uno que sí está completamente garantizado: el choque de un asteroide. “Nuestra especie morirá si no colonizamos otros planetas”, afirmó Petranek.
Para los científicos no parece que haya dudas:
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