EL VERANO SIEMPRE VUELVE
A mí el invierno me duele un poco. Me duele, me molesta, me pesa. Tú ya lo sabes, por eso dices sé paciente, lo esencial es pasar noviembre y diciembre, en enero todo mejora, los días se alargan un poco en cada atardecer, ¿ves?, ¿ves?, son las 18:03 y todavía helados de pistacho, trampó en la orilla, melocotones lavados en agua de mar, sentarse en las rocas a ver el atardecer, desayunos largos, bikinis que cuelgan de cualquier silla para secarse al sol, pecas, algas, peces, pinos; esos momentos de despreocupación que, aunque a veces no duran mucho, en ese instante son eternos. En mi verano, en nuestro verano, claro, porque si colocara esta estación en otro lugar, si lo sacara de donde nací, de esta isla y su energía, quizá entonces el verano sería otra cosa de la que no alegrarse tanto, de la que quejarse, de la que huir, supongo. Pero yo es que los veranos los conozco así y por eso a veces quiero vivir en uno eterno donde siempre haya mar, mar, mar por todas partes.A mí el invierno debería no dolerme más porque cuando el calor me asfixia, pienso en el frío y me alivia, porque puedo escuchar siempre que quiera cómo dices en enero todo mejora y porque justo en enero volví a nacer, volvimos a nacer, en la cuneta de una carretera, y ahora cómo voy yo a detestar a este mes, a esta estación que me ha dado tanto, que me ha hecho entender que en la vulnerabilidad reside la valentía de cada uno y porque no, no, no, después de todo lo vivido ya no debería de pesar nada, ya no debería doler lo banal, lo que nos inventamos, las quejas absurdas.Ahora es urgente apreciar el aire así esté frío o caliente, tener la posibilidad de pasear con abrigo o en chanclas, pero sin límite de horarios que ahogan, apreciar, sobre todo, la belleza de lo que termina, de lo que empieza, de lo que nace y florece con la oportunidad de crecer y seguir. Además, el verano siempre vuelve.
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos