La princesa enamorada
La leyenda narra que, a pesar de ser bellísima y protagonista de una boda maravillosa en julio de 2011, Charlene de Mónaco era “la novia más triste de la realeza”. Sus lágrimas y su gesto melancólico, así como la seriedad del novio ese día, dieron paso a un sinfín de rumores.
Se dijo que intentó ‘escapar’ de Mónaco poco antes del enlace con el príncipe Alberto; también que firmó un contrato prenupcial que la ataba cinco años a él, con heredero de por medio. El peor comentario aseguraba que ella no era feliz. Sin embargo, desde hace unos años, Charlene comenzó a lucir diferente; se le empezó a ver más en los eventos del principado y no con el gesto serio que tenía antes, sino afable y, sí, sonriente de nuevo.
Parece que tuvo que transcurrir casi una década para que esta princesa tuviera su final de ensueño, con un par de gemelos preciosos y traviesos, y con un marido modelo.
DOS MOTIVOS PARA SER FELIZ
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