CON EL espíritu DE LOS 90 Estilo despojado, actitud minimalista, impronta raver… En las colecciones primavera-verano 2021 flota un aire retro.
Las colecciones presentadas en octubre pasado nos sumergieron en una nostalgia oportuna y reconfortante. Una vuelta a los años noventa, cuando la despreocupación, arrullada por un espíritu rebelde que sonaba a rock y música electrónica, se reflejaba en los guardarropas. El puntapié inicial lo dio la primera colección imaginada en dúo por Raf Simons y Miuccia Prada para la de Milán: minivestidos rectos en rosa pálido o amarillo muy claro, conjunto de camisa y pantalones negros realzado con drapeado y tiras, delicados juegos de superposición y volumen, pulóveres de punto livianos de corte refinado, regreso del logo al primer plano… Yendo aún más lejos, el dúo rescató de pop, vistos por primera vez en la colección de Prada y reinterpretados aquí sobre grandes faldas plisadas combinadas con buzos con capucha. Después vinieron las prendas de corte simple, algunas de colores eléctricos, otras de tonos sobrios, firmadas por Daniel Lee en Bottega Venetta, los polos con cierre combinados con pantalones holgados de Coperni calzados a la cadera, los elegantes trajes negros con corpiños de cuero y maquillaje “cara lavada” de Hermès y hasta un montón de vestiditos de breteles finos, que recuerdan la mejor época de Kate Moss, Paco Rabanne, Jil Sander, N°21 o Gabriela Hearst. Junto con todas estas referencias de diseño, el espíritu , tan caro a los agitados , siempre está presente. La primera colección del estadounidense Matthew Williams para Givenchy es el reflejo perfecto. Si a primera vista la apariencia es decididamente sobria –impecables trajes beige, vestiditos ceñidos o vestidos de espalda desnuda con escote fatal–, la irreverencia reside en las pesadas cadenas enroscadas al cuello y a las manijas de las carteras, en los tops de tul transparente combinados con short negro remangado, en las piezas de cuero , en las sofisticadas zapatillas de básquet y los zapatos con tachas… Un repertorio que no deja de recordar a Helmut Lang, el diseñador austríaco que fue faro de los años ochenta y noventa, retirado de las pasarelas en 2005. Un visionario que a lo largo de toda su carrera anticipó en sus colecciones las grandes tendencias sociales: la preponderancia de la androginia, el alza de las prendas de inspiración deportiva, el boom de los textiles técnicos y la mezcla de materiales. Hoy volcado al arte, cultiva el bajo perfil, pero firmó una colaboración con la Saint Laurent para una serie de esculturas en noviembre pasado.
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