LA TECNORROPA VUELVE A PONERSE DE MODA
A los relojes inteligentes y los auriculares hemos terminado encasillándolos en la categoría de electrónica vestible, pero este término se reservaba hasta hace poco para una idea mucho más revolucionaria: prendas de ropa indistinguibles de las que nos ponemos a diario, pero capaces de sorprendernos con funciones avanzadas gracias al uso de procesadores y fibras inteligentes. ¿Qué pasó exactamente con este sueño? Como ha ocurrido en innumerables ocasiones en el mundo de la tecnología –basta pensar en la realidad virtual o la realidad aumentada–, fue víctima de las elevadas expectativas.
Tras una oleada de entusiasmo inicial, la idea de ese tipo de textiles pasó a habitar lo que suele conocerse como el un periodo de inactividad en el que el interés por los avances decae, la inversión se seca y toda la industria empieza a mirar en otra dirección. No es permanente. Por lo general, tarde o temprano, las ideas aparcadas en este valle se revisitan y vuelven a ganar atractivo. Llega lo que se conoce como la y con suerte, las empresas y los innovadores que hay detrás de los proyectos consiguen crear un mercado estable alrededor de sus productos.
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