CARTA EDITORIAL
n el mes de febrero muchos hablan del amor: a la pareja o a los amigos, pero en esta edición elegimos enfocarnos en el propio. Creemos que la persona que más deberías amar es a ti misma, y para nada estamos confundidos con en 1992–, al igual que un orgasmo, se trató de un momento efímero, pero suficientemente memorable que la etiquetó desde entonces. Actualmente, con tres hijos adoptivos y luego de haberse recuperado de un derrame cerebral, Sharon regresa a las pantallas, chicas y grandes, con el fin de apoderarse de algo que antes, en la cima de su carrera y de su juventud, no pudo hacer suyo: el reconocimiento, la respetabilidad y una admiración a su trabajo, más allá de su físico. La actriz estadounidense, siempre dispuesta a dar su opinión y a decir las cosas como son, nos enseña que es posible reinventarse en cualquier etapa de la vida cuando crees en ti misma y sabes elegir tus batallas. No le molesta que la sigan viendo como un símbolo sexual; ella prefiere enfocarse en lo importante: su hogar, su familia, su salud. Ser guapa y no le estorba, por el contrario, disfruta saberse hermosa y brillante, dos cualidades que para nada se contraponen, mucho menos a ‘cierta’ edad, la de Sharon y la de las mujeres , ¿o no?
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