EL ENMASCARADO DE PLATA
Un día, Rascal el mapache tuvo que abrir una puertita con un pestillo de madera si quería una golosina. Otro día, necesitó abrir otra que tenía un pestillo distinto para comer lo que hubiera en el plato -y mira que Rascal, como buen mapache, no era fijado y comía de todo-. Y un día más, no pudo ver cómo era el pestillo (que era diferente a los anteriores) porque estaba del otro lado y sólo podía palparlo con una pata delantera.
Menos mal que, además de muy listo, Rascal era muy, pero muy hábil con las patas delanteras -de hecho, casi como tú con las manos-, así que tocó el pestillo y se dio cuenta de que debía sacarlo de la argolla con la que mantenía cerrada la puertita para llegar al manjar…
¿SABES QUÉ ES MÁS SORPRENDENTE QUE UN MAPACHE QUE SABE ABRIR DIFERENTES PUERTAS?
Que los mapaches recuerdan cómo resolvieron un problema hasta tres años después. A Rascal, por ejemplo, lo pusieron frente a esas puertas un año más tarde y supo de inmediato cómo abrirlas.
Pero no creas que Rascal es un “mapacheinstein” (un mapache genio):
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos