TRAS LA NUBE DEL VAPEO
Fumar dejó de ser un placer sin culpa hace décadas. El tabaco convencional, a día de hoy, sigue siendo la principal causa de muerte evitable en el mundo, según la OMS. A nivel mundial, el 12% de las muertes están relacionadas con el tabaco. A pesar de prohibiciones, restricciones y campañas con fotos más que gore en las cajetillas, según datos del Ministerio de Sanidad, en España un 23% de la población es fumadora y, en nuestro país, el tabaco causa la friolera de 52.000 muertes anuales, por encima de la media europea.
También según el Ministerio de Sanidad, se ha estimado que la mitad de las personas fumadoras morirán por una causa relacionada con el tabaco. Con este panorama demoledor, apenas quedan fumadores hoy que no piensen o hayan pensado que ha llegado la hora de dejarlo. Y, antes que los parches o la psicoterapia, lo primero a lo que acuden es al consuelo del vapeo.
Los cigarrillos electrónicos, concebidos como una herramienta para ayudar a los fumadores a dejar de fumar, se suponía que eran la solución al tabaquismo. Con el arranque de este siglo, aparecieron en el mercado como tentadoras alternativas al cigarro y, además, tenían y tienen mucho
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