Propaganda y tragedia
Aug 10, 2020
3 minutos
Para José Vicente Anaya, custodio de la palabra
El nazismo tuvo también sus mañaneras. No las presidía Hitler –había que resguardar la investidura para los momentos de apoteosis–, sino su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, un genio en esos menesteres.
En su primera mañanera, el 16 de marzo de 1933, definió la fuerza de la propaganda con la que el nazismo había seducido al (“el pueblo”) y gobernaría hasta su caída: “La propaganda es en esencia simplicidad, fuerza, concentración. La objetividad es un mito. La objetividad no existe (…) Sólo el poder puede
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