Los egos hacen historia LE MANS '66
despacho de Enzo Ferrari, Maranello, Italia. La imponente figura con prominente nariz aguileña, cabello canoso y aspecto sombrío, resaltado por gafas muy oscuras, se irguió amenazante y soltó como balas de ametralladora palabras en italiano. Algo así como: “Dígale a su patrón que se quede con sus horribles y enormes fábricas, de enormes coches horribles”, y que él es un jefe “con cabeza de cerdo”. Donald Frey, ejecutivo de Ford y un grupo de acompañantes estadounidenses, sus interlocutores, se quedaron helados. Tiradas por la borda dos semanas de negociaciones y auditorías previas a formalizar una compra. ¿Cómo iban a reaccionar sus jefes en Detroit? Quien se atrevía a decirle que no al gigante Ford? La escena es clave en la historia de un duelo legendario del automovilismo internacional. Reflejada compendio de las emociones y ambiciones, nobles o mezquinas, de personajes importantes de la industria del motor en los años sesenta en busca del reconocimiento, protección y supervivencia.
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