A FRANQUEAR EN DESTINO...
LA por el pudor y la vergüenza. Quizá por eso también ha protagonizado las anécdotas más delirantes de la moda. Desde el primer bañista, el Rey con el que Johnny Weissmüller ganó el oro en los Juegos Olímpicos de París en 1924, un maillot con tirantes y perneras ajustadas que ni la victoria le libraría del ridículo. También el alcalde de Benidorm Pedro Zamora se convertiría en un héroe local en plena dictadura, cuando una mañana decidió coger su Vespa para reunirse con Franco y permitir que las suecas llevaran bikini en sus playas. ¿Lo consiguió? Digamos que la película protagonizada por Alfredo Landa es prueba de ello. Las cosas, por suerte, han cambiado mucho. Ya no hay policías en la playa que miden si el largo del bañador roza la legalidad y elegir el correcto solo depende del gusto de cada uno.
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