EL JEFE DE TODO ESTO
Mientras apura una copa de vino, Pietro Galimberti, recuerda una anécdota de su juventud. “Era una noche con mucha niebla e iba conduciendo por una carretera muy mala, no como las de ahora. Iba muy despacio, con una larga fila de coches detrás de mí, y decidí gastarles una broma. En cuanto apareció un camino giré, arrastrando a todos los coches que me seguían. El camino llevaba a una granja sin salida, así que al llegar me di la vuelta y volví de nuevo a la carretera. El resto tuvieron que hacer lo mismo”. La historia, que el propio Pietro remata con una sonora carcajada, revela una de las múltiples facetas que se esconden tras el rostro afable de este italiano de 74 años. En las pocas horas que paso con él descubro que, además de contar con un buen humor envidiable, es todo un experto en vinos –”la gente me invita a comer para que lleve alguna botella de las mías”–, ama la buena comida y es un avezado esquiador. Es más, disfruta tanto de la nieve que
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