ENEL BOSQUE
EL CAMINO QUE LLEVA hasta el estudio de Erretres discurre tranquilo entre árboles frondosos, grandes chalets que se intuyen tras altos muros vegetales y alguna que otra bandera de España flanqueada por cámaras de seguridad. Es tal el silencio que hay a las nueve de la mañana que es fácil olvidar la proximidad de la la autovía A6, con su flujo constante de vehículos que entran y salen apresurados de Madrid. No es el lugar donde, pero la sorpresa se diluye un poco al comprobar que tan sólo unos metros antes, en la misma calle, está el estudio de los arquitectos Selgascano. “Hay otra historia curiosa. El gran Alberto Corazón tenía su estudio enfrente, donde ahora hay una excavación. Mucha gente con la que coincides ha trabajado allí”. Pablo Rubio habla animadamente sobre el chalet donde hace tan sólo tres semanas ha instalado la sede del estudio que fundara hace ya 16 años. Se trata de una casa amplia, con un generoso jardín donde viejos chopos dan sombra a una piscina que espera paciente la llegada del calor. En su día fue hogar de uno de los ingenieros que proyectó la A6, y su espíritu sesentero se mantiene intacto en los suelos de terrazo y las vidrieras de colores de las puertas, nada que ver con la oficina ‘al uso’ que antes ocupaban en la céntrica Plaza España. “Por un lado, a mi me gustan los cambios radicales, y creo que el cambio debe ser una constante ya no sólo para crecer, sino para sobrevivir y mantener la motivación. Por otro lado, antes teníamos un problema de espacio, cabían 22 personas y estábamos a tope, y no había inmuebles chulos donde irnos. Además, a mi me apetecía salir a las afueras para estar más en contacto con la naturaleza, trabajar con menos estrés”.
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