Los galácticos también lloran
“Poco a poco te acostumbras a esta vida peculiar, por llamarla de algún modo, que no te permite tomarte algo con tus amigos o pasear por Sevilla, por Triana. Lo mejor es aceptarlo y centrarte en lo bueno”.
El término ‘galáctico’ se inventó para los jugadores del Real Madrid de Florentino Pérez, ya que la palabra ‘estrella’ les había quedado pequeña. No había superlativo suficiente para ellos, que ganaban más dinero que presidentes de repúblicas y de bancos, que ondeaban en las camisetas de los niños del último confín del mundo y que vivían en un Olimpo que no tenían permitido llevar una vida normal. El adjetivo pasó de moda, pero las estrellas no bajaron de ese lugar. Subieron más, incluso. Y se desvincularon de la vida normal. Sus vidas se llenaron de asistentes y asistentes de los asistentes porque no podían dar un paso más allá de sus mundos sin levantar un tsunami a su alrededor.
Ahora Sergio Ramos (Camas, Sevilla, 1986), probablemente el último dios de aquella era galáctica, ha decidido bajar. El 13 de septiembre Amazon Prime Video estrenó en 200 países la docuserie de ocho capítulos En el corazón de Sergio Ramos. En ella quiere narrarnos que los ricos también lloran a veces, que moriría por volver a pasear por Triana y tomar algo con los amigos, que el deporte de élite lo ha secuestrado de nuestro mundo, pero que en algún momento sueña con volver. Y en el camino para demostrar todo eso, Sergio Ramos visitó los estudios de Esquire con su físico brutal y sus buenos modales. Después de una sesión de fotos en la que se encarnaba en rapero neoyorquino, se movía como el dios Apolo y hablaba como un niño, nos sentamos a charlar, despacito y suave, como lo hace él.
ESQUIRE: Qué prefieres, ¿entrevista o fotos de moda?
SERGIO RAMOS:
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