Capote se lo sirve frío
Truman Capote le gustaba beber. Escribir, para él, era «un largo paseo entre copas». Y –¡caray!– el alcohol ha (1980): «Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio». En realidad, fue desde la publicación de (1948) cuando Truman Capote empezó su adicción a las drogas y al alcohol. De hecho, formaba con ellos un cóctel donde mezclaba ambas cosas. Creía Capote que «todos los escritores, grandes o pequeños, son bebedores compulsivos, porque empiezan sus días totalmente en blanco, sin nada». Pero, sustancias químicas aparte, el escritor, cuando deseaba refrescarse la garganta, pedía su «bebida naranja», que no era otra cosa que el cóctel llamado : 1/3 de vodka, 2/3 de zumo de naranja y hielo. Simple, desde luego, pero eficaz para alguien que le dedicaba más tiempo a la pluma y a las relaciones sociales con la jet-set en Nueva York.
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