EL EFECTO REPARADOR DEL DESCANSO
UN BUEN MOMENTO PARA PARAR
Es lo que el filósofo coreano Byung-Chul Han bautizó como la «sociedad del cansancio ». Incluso los más pequeños están sobrepasados con sus actividades extraescolares y la llegada del calor suele ponernos al límite de nuestras fuerzas. ¿Os habéis fijado como la mayoría de nosotros solemos estar al borde de nuestras fuerzas durante el mes de julio? Parece que nuestro cuerpo nos indica que es hora de parar, que el «año académico» ha llegado a su fin y hay que reponer fuerzas.
Este ajetreo suele conllevar la cronificación del estrés y problemas de salud como la fatiga, el insomnio, la falta de energía, el cansancio visual, la oxidación celular, obesidad, diabetes… Los más perjudicados son, a largo plazo, el sistema cardiovascular y neurológico, llegando incluso a la merma cognitiva y los fallos de memoria.
La premio Nobel de medicina Elisabeth Blackburn vinculó el estrés psicológico con daños en el material genético; por fortuna, estos daños son reversibles y las vacaciones constituyen un buen momento para descansar, cargar pilas y gozar de todo lo bueno que nos ofrecen los días más largos, las noches veraniegas, los rumores de la naturaleza, los encuentros con amigos y familia.
BIENESTAR VACACIONAL. EL DESCANSO Y EL CAMBIO DE RUTINA
Distintos estudios señalan la importancia del efecto reparador del descanso y del cambio de rutina y horarios. El más evidente es, por supuesto, la disminución del estrés, tanto a nivel físico como mental. Hay que procurar olvidarse del trabajo en la medida de lo posible, cambiar de aires y tomarse más tiempo para nosotros mismos. Muchas personas pasan los primeros días de vacaciones durmiendo más de la cuenta, como una manera de dejarse ir y sacudirnos el cansancio más inmediato.
Ya en el año 2000, a partir de un seguimiento de una universidad
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