Comisario Rocío Prados

FINALISTA I PREMIO LA TRAMA (De Ediciones B y Aragón Negro) Costa cantábrica, 1970. Después de tres días desaparecida, el cuerpo de Alma Mateo, de trece años de edad, es encontrado en la orilla del mar a los pies de un acantilado. Aún llevaba puesto el uniforme del internado El Bosque donde cursaba sus estudios de verano. La investigación oficial llevada a cabo por la Guardia Civil establece en su informe final, que el fallecimiento de Alma pudo deberse a un suicidio o a algo más simple: un fatal accidente. Sin embargo, todo apunta a que las causas reales fueron otras bien distintas. Madrid, 1986. Aparecen en las calles de la capital los cadáveres de tres individuos. A simple vista, se trata de meros suicidios, excepto para Rocío Prados, primera mujer en España que llega al cargo de subinspectora de policía. Sobre el cuerpo sin vida de cada uno de los fallecidos, hallan una rosa blanca y una rosa negra. De nuevo, la policía se encuentra con las manos atadas. Las altas instancias políticas desean a toda costa interrumpir la investigación y dar el caso por cerrado. Rocío Prados no está por la labor. Convencida de que las rosas no están ahí

Año 1997. El inspector Mendía acude a la llamada de una mujer que asegura tener pruebas que apuntan a su marido como el responsable de la muerte de su hermano, diez años atrás. Asegura que no ha sido su único crimen. Cuando la policía llega el marido ha huido. Año 2000, en el parque de El Retiro de Madrid, aparecen los cuerpos sin vida de dos jóvenes estudiantes en torno a los veinte años. El primero, junto al lago. El segundo es hallado en el interior de una de las jaulas del antiguo zoo del parque junto a una inscripción en el suelo que reza: “Todo queda en familia”. Aparentemente no hay relación entre ambas jóvenes. Aparentemente. Año 2005, Patricia Prados, estudiante de periodismo e hija de la comisario, investiga por su cuenta las andanzas del famoso asesino para la realización de su trabajo de fin carrera sin saber que se está acercando más de lo que hubiera deseado. El Asesino del Retiro no lo puede permitir.

En esta tercera entrega, la hija mayor de la comisario Rocío Prados, Patricia, asume un protagonismo similar al que disfrutó, como periodista recién licenciada, en la segunda, “Aunque sea lo último que haga”. Patricia, pugna por superar la trágica experiencia vivida con el asesinode El Retiro. Si pensaba que tras su detención sus problemas habían terminado, no iba a tardar en confirmar su error. Agustín Marcial, el individuo que no pudo terminar con su vida por causas ajenas a su voluntad, se ha fugado de la cárcel con un único objetivo en mente, continuar con lo que cuatro meses antes dejó a medias.

Año 2010. En una habitación de un lujoso hotel de Madrid, aparece el cadáver de una mujer tumbada sobre la cama. No presenta signos de violencia. Dos flores Molly Sanderson tapan sus ojos. Las manos sostienen dos calas por el tallo. Pocos días más tarde, en el barrio de la Estrella, también en Madrid, otra mujer es hallada en su domicilio en circunstancias similares. Ambas víctimas presentan una característica en común, no hay registros de sus primeros años de vida. La aparición de un tercer cadáver empuja a la policía, con la comisario Rocío Prados a la cabeza, a una frenética investigación de lo que en principio parecen ser crímenes rituales. Apenas cuentan con un hilo del que tirar. Sólo tienen claro un hecho: el asesino o asesinos, seguirá matando. ¿Quiénes son estas mujeres? ¿Qué tienen en común? Conocer las respuestas les conducirá a un viejo edificio gris abandonado donde todo comenzó. En ese edificio, tres hermanos comenzaron a escribir esta historia.