Adiós al venerable funnel de conversión, esa reliquia de un marketing más predecible, atropellado por el caótico "Messy Middle". Ahí donde creíamos dominar el arte de guiar al consumidor con la precisión de un relojero, nos encontramos en una fiesta salvaje de decisiones impredecibles, un laberinto de exploraciones y evaluaciones donde los sesgos cognitivos son los verdaderos amos del juego. En este nuevo orden (o desorden), captar la atención del cliente es un arte de impresionar más que convencer, de crear encuentros memorables en un mar de opciones. Bienvenidos al era del marketing donde ser memorable es el nuevo oro.
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