En ‘Cualquier verano es un final’ (Anagrama), Ray Loriga cuenta la historia de dos hombres, dos amigos, a veces pareciese que más que eso. Uno de ellos estuvo a punto de morir. El otro decide, sin causa ni motivo aparente, acabar con su vida a través de la eutanasia legal asistida. ¿Por qué lo hace? No se sabe. En realidad, más que de la muerte que ronda toda la novela con ligereza, ‘Cualquier verano es un final’ es un libro sobre la amistad masculina y la idealización del otro. “Las mejores amistades son en las que uno no tiene nada que demostrar”, nos cuenta Loriga. Y lo mejor del deseo, describe, es no ponerle nombres ni etiquetas.