Hola chicos, ¿Cómo estáis? Se acabó lo que se daba... Ya está aquí la última parada que vamos a hacer en el mágico mundo de HARRY POTTER, o al menos de momento... LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE fue el título que J.K. Rowling le dio a la conclusión de la franquicia, y como pionera su adaptación a la gran pantalla estuvo dividida en dos partes. La primera de ellas nos llegó a finales del 2010 para compensar un poco (como ya os dijimos) ese retraso que sufrió su antecesora, pero sólo 6 meses después, en el verano del 2011, pudimos disfrutar del final de la saga en la gran pantalla. Y queremos recalcar esto último, ya que no debemos olvidar, que para los que seguimos las aventuras del Sr. Potter en sus libros, ese final se nos ofreció en el año 2007.

Sea de la manera que fuese, a través de sus adaptaciones cinematográficas o por sus libros, este cierre nos seducía por varias razones: ¿Contestaría todas las preguntas que estaban en nuestra cabeza desde el principio de la saga? ¿Tendría un final cerrado, y de ser así, sería con un clásico happy ending o nos sorprenderían? Y yo creo que la pregunta mas importante, ¿Cómo nos sentiríamos tras acabarla? No hay que olvidar que en aquella época, los proyectos de ANIMALES FANTÁSTICOS ni estaban en mente ni se les esperaban, por lo que acabar esta historia, de alguna manera nos iba a dejar huérfanos... Muchos llevábamos años (los más fieles incluso casi una década) junto a un personaje y un universo con el que literalmente habíamos crecido y madurado, así que este acto final se presentaba cuanto menos, interesante.

Pues de todo ello, es de lo que vamos a hablar hoy. Eso sí, hemos decidido hablar de LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE como un único conjunto, es decir, a pesar de que su adaptación estuvo dividida en dos partes, vamos a analizarla como si solo existiera una única película de casi 5 horas de duración. ¿Os apuntáis? Pues pillad vuestras varitas y preparaos para la batalla final...