¿Cuándo dejaste de amarme? Es la pregunta que hoy Dios tiene para ti y posiblemente te deje sin palabras, es una pregunta que tiene una respuesta profunda y no una respuesta de pasillo. Hoy Dios quiere que hagas un examen de tu vida y medites acerca de lo que dice: Apocalipsis 2:4 “Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor.”

¿Cómo saber si estás dejando de amar a Dios?
Aquí 5 posibles síntomas o situaciones, te invitamos a que identifiques cuál o cuáles estás experimentando:

1) Cuando vemos a Dios como un “Sugar daddy”
• Buscamos a Dios por las razones equivocadas, solo le pedimos, lo vemos como el genio de la lámpara o el cajero automático que va a satisfacer todos nuestros deseos.
• Pregúntate ¿Qué ha sido tu oración el último mes? Si solo has pedido, es momento de que en el siguiente mes no le pidas nada, para así cambiar esta perspectiva equivocada

2) Cuando nuestros héroes se equivocan o cometen errores.
• Nuestra relación con Dios no puede depender de cómo se comporten las demás personas.
• Por ejemplo, en el antiguo testamento Dios hablaba a través de los profetas y sacerdotes, pero de esta manera no podemos vivir hoy, necesitamos comunicarnos directamente con él y que nuestros ojos solo estén puestos en él y no en seres humanos.
• Cuando dependemos de otros para tener una relación con Dios estamos viviendo bajo el antiguo testamento

3) Cuando nuestra relación con Dios se convierte en rutina.
• Creemos equivocadamente que en la rutina tenemos intimidad con Dios.
• Una fe de rutinas es inservible, no sirve de nada ir todos los días a la iglesia si no vamos a tener un encuentro con Dios, si no tenemos una cita con él más allá de una relación de rutina

4) Cuando hay cachos (infidelidad) en la relación con Dios.
• Por ejemplo, cuando le creemos más a otras personas o ideologías y no a Dios.
• Cuando colocamos a otras personas, nuestro trabajo o a nosotros mismos sobre Dios.

5) Cuando Dios no responde.
• Nuestro amor por él no puede depender de que él responda o no.

Una relación con el verdadero Dios es buscar su rostro, no su mano y sus respuestas. ¡Enamórate de él y no de lo que él puede hacer por ti!


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