Deja de darle esperanzas a esa persona fea que te sube el ánimo cada vez que te deprimes y quieres que te digan algo bonito. Tener una velita encendida no es más que un engaño, rézale a algún santito o a los astros para que te llegue amor del bueno antes de que se te vaya el tren, porque no te estás haciendo más joven. Tu tamal de la suerte es de dulce y tiene un chingo de pasitas que tanto te cagan.