Meditación sobre las lecturas de la misa del domingo XXVII del Tiempo Ordinario. En la primera lectura, Isaías recoge el canto de la viña, que acaba con un lamento por la desolación futura de la casa de Israel. En el Salmo 79 el lamento se transforma en petición. Y en el evangelio la misma historia es incorporada a una parábola, pero termina con una promesa: la viña es Cristo, y nada podrá con ella. Nuestra tarea es dar frutos dulces de santidad, y no frutos agrios, para responder a la petición de Jesús en la Cruz: "tengo sed".